"Arte de creer, arte de orar" era el hilo conductor. Me ha venido a
la mente el hecho de que los teólogos medievales tradujeron la palabra "logos" no solo con "verbum", sino también con "ars": "verbum" y "ars" son intercambiables. Solo en las dos juntas aparece, para los teólogos medievales, todo el significado de la palabra "logos". El "Logos" no es solo una razón matemática: el "Logos" tiene un corazón, el "Logos" es también amor. La verdad es bella, verdad y belleza van juntas: la belleza es el sello de la verdad.
Y además usted, partiendo de los Salmos y de nuestra experiencia de
cada día, también ha subrayado fuertemente que el "muy bello" del sexto
día –expresado por el Creador– es permanentemente contradicho, en este
mundo, por el mal, el sufrimiento, la corrupción. Y parece casi que el
maligno quiera permanentemente ensuciar la creación, para contradecir a
Dios y para hacer irreconocible su verdad y la belleza. En un mundo así
marcado también por el mal, el "Logos", la Belleza eterna y el "Ars" eterno, debe aparecer como "caput cruentatum". El Hijo encarnado, el "Logos"
encarnado, es coronado con una corona de espinas; y sin embargo justo
así, en esta figura sufriente del Hijo de Dios, empezamos a ver la
belleza más profunda de nuestro Creador y Redentor; podemos, en el
silencio de la "noche oscura", escuchar todavía la Palabra. Creer no es
otra cosa que, en la oscuridad del mundo, tocar la mano de Dios y así,
en el silencio, escuchar la Palabra, ver el Amor." Palabras del Papa Benedicto XVI al final de los ejercicios espirituales de Cuaresma. 23 de Febrero de 2013